Nombre científico o latino: Grevillea robusta
Nombre común o vulgar: Grevillea, Árbol de fuego, Roble australiano, Roble de Australia, Pino de oro, Roble sedoso, Grevilea.
Familia: Proteaceae.
Origen: Australia.
La Grevillea está muy presente en la ciudad de Málaga y la Costa del Sol en general. La de mayor porte de toda la provincia se encuentra en El jardín de la Hacienda de San José situado en el extremo norte de Ciudad Jardín. Sus flores de color amarillo anaranjado dan origen a su nombre de Árbol de fuego.
Es un árbol de hoja perenne de rápido crecimiento, puede alcanzar los 35 m de altura con hojas verde oscuras delicadamente dentadas bipinnadas reminiscentes de fronda de helecho. Estas hojas generalmente son de 15 a 30 cm de largo con el envés de color blanco grisáceo mohoso.
Sus flores son doradas naranjas, de 8 a 15 cm de largo, en tallos de 2 a 3 cm de largo. Florece en primavera y para ello es necesario que se encuentre a pleno sol.
Es utilizado como planta de interior en contenedor y como árbol de jardín aislado para destacarlo.
Cuando el árbol es joven es muy sensible a las heladas. Esta planta sólo puede desarrollarse correctamente en un clima cálido, es decir, puede tolerar heladas nocturnas sólo si la temperatura sube durante el día.
Las semillas maduran desde finales de invierno hasta principios de primavera, fructificando en folículos dehiscentes pardo oscuros aterciopelados , de 2 cm de largo, con una o dos semillas planas aladas.
Se multiplica por semillas, que deben recogerse en cuanto maduran, pues son dispersadas por el viento en pocos días. También por esquejes.
No presenta plagas ni enfermedades de importancia
A las personas con la piel sensible puede ocasionar dermatitis por contacto.
Leyenda sobre el origen de la grevillea
Sobre el origen de este árbol existe una leyenda australiana que dice que en los tiempos en los que el dios Biame decidía donde ubicar árboles, una mujer de la tribu darug del Este de Australia dejó a su hijo pequeño en una cueva y se internó en el bosque para buscar alimentos. Una tormenta le impidió continuar con su trabajo y volvió junto a su hijo. Cuando el temporal pasó, reinició su tarea dejando al niño en el mismo lugar. Anduvo durante muchas horas porque los frutos escaseaban y se perdió. En vano buscó el camino del regreso hacia el refugio. En su desesperación, cuando llegó la noche, fabricó antorchas con ramas y raíces y las encendió para iluminar la senda perdida; así deambuló sin descansar hasta que cayó extenuada. Todo fue inútil. La joven madre murió y el dios, al ver lo sucedido, hizo brotar en ese lugar un nuevo árbol con hermosas flores de fuego. Por eso, cuando finaliza la primavera, se encienden las ramas con los colores de las llamas del fuego: en rojo, amarillo y naranja. En esa época, los aborígenes australianos recuerdan a la madre y su hijo en sus ruegos.